Se dice en la calle, en los mensajes de WhatsApp y en los hogares: estas Navidades van a ser distintas.
Todos aunamos fuerzas y los recursos a nuestro alcance para frenar la expansión del virus, por eso restringimos movimientos y el número de comensales. Celebraremos estos días festivos de otra manera, quizá con más gratitud y más esperanza que nunca.
Desde nuestros rincones, en Damos Buenas Noticias queremos contaros nuestros planes, reflexiones y enviaros nuestros mejores deseos.

Añoranza del… año pasado
Toño (León). Las miradas siempre están puestas en la cena de Nochebuena, en el amigo invisible que siempre nos intercambiamos, y en la comida de Navidad, donde algunos de los sobrinos ya deciden -y les dejan- probar los vinos de crianza que descorcha el abuelo y ejercen de centro de las conversaciones sobre cómo va el curso y los primeros amoríos. Pero este año no va a ser posible. Añoraremos el de 2019, 2018… y estaremos pegados a las nuevas tecnologías para estar más cerca y no perder ese vínculo que la Navidad siempre nos trae. Es el nuevo regalo de estas fiestas… será la Navidad de Zoom.

Navidades a 25 grados
Beatriz (Miami). Cuando vine a vivir y trabajar en Miami, cambié el frío y los árboles sin hojas propios de la época navideña por escenas de playa y palmeras, a excepción de las ocasiones en las que puedo viajar a Madrid para pasar estos días con la familia. Este año es de los que me toca quedarme aquí. No me quejo, es un lugar privilegiado y además no estaré sola. En Florida no hay restricciones para las reuniones familiares. Aun así, nosotros seremos pocos, comeremos un sancocho colombiano y brindaremos y daremos gracias por habernos mantenido sanos y unidos en este año tan complicado.

Navidades atípicas
Esperanza (Reading). Este año no las pasaré en España con la familia. Me quedo en Inglaterra que, ahora más que nunca, se siente “isla” con alrededor de 50 países restringiendo la entrada a viajeros procedentes del Reino Unido a día de hoy, España entre ellos. El mundo real se vuelve cada vez más pequeño, mientras que el virtual se amplifica. Gracias a la tecnología retransmitiremos en directo la cena de Nochebuena, intercambiaremos chascarrillos, felicitaciones y besos remotos. Estaremos lejos pero cerca, con el cascanueces anunciando que es Navidad, momento de compartir, aunque sea a distancia.

Delfines y portal de Belén
Ruth (Lanzarote). Hoy, víspera de Nochebuena, hemos pasado la tarde charlando con algunos amigos frente a una de las mejores olas para los surferos profesionales: El Quemao, La Santa, Lanzarote. Corrió algo de brisa, pero el día estuvo fantástico, aderezado por esa maravillosa alineación de Júpiter y Saturno que no pude ver pero que imaginé como una gran estrella de Navidad. Sí pudimos ver un grupo de delfines a lo lejos, jugando. Mañana seremos 10, el máximo permitido, en casa de mi madre. Saldremos al exterior, al pasillo de las plantas, y cantaremos al cielo Hacia Belén va una burra.

Nochebuena ‘a tres’
Sara (Huesca). La Navidad siempre pilla un poco a traición, y más en un año en el que se nos ha ido alguien fundamental. Es la vida más allá del coronavirus, ese estrato negro que se empeña en enterrar nuestras realidades particulares. Como para muchos, esta Nochebuena es la primera “a tres”, lejos de mis raíces, de mi primera familia. Pienso, y de verdad creo, que no tiene tanta importancia, pero en el fondo siento el sabor amargo de los momentos perdidos, esos que van a un lugar incierto y nunca se recuperan.
Trato de consolarme pensando que en realidad no somos muy navideños, prueba de ello es nuestro belén, cambiante y adulterado por personajes extemporáneos. Wonder Woman y figuras de Playmobil “dormían” esta mañana ante un portal en el que una Virgen solitaria parece esperar mejores tiempos.
¿Y qué hago con el espíritu navideño?
Juan (Alcalá de Henares). ¡Vaya añito! ¡Ojalá llegue cuanto antes el 2021! ¡Ha sido un año horrible! ¡Estas Navidades no sé qué vamos a celebrar! Estas son las expresiones que escucho estos días. Un pesimismo galopante avanza desbocado y solo la alegría de los niños y de algunos adultos maravillosamente inocentes parece resistir al triunfo del grinch-Covid-19. Me quiero unir a ellos y brindo (a riesgo de que me llames cursi) por que una estrella de felicidad nos guíe entre tanta pesadumbre para pasar un rato agradable y cálido (quizás hasta divertido) en compañía de algunos de nuestros seres queridos. Lo siento pero no lo puedo evitar: ¡Feliz Navidad y, más que nunca, próspero año nuevo!

¿Navidad?
Pilar (Madrid). La verdad es que este año no me ha dado mucho tiempo a pensar en ella. Después de meses raros e inciertos, donde pasar de la calma al estrés ha sido cuestión de segundos, creo que las Navidades van a ser un remanso de paz, a pesar de la tristeza y preocupación que se percibe alrededor. Las Navidades para mí no van a cambiar mucho respecto a otros años. Los comensales en la mesa seremos los mismos y los lugares de celebración también. Pero, justo ahora, mientras escribo esto, me doy cuenta de lo afortunada que soy de poder seguir celebrando con mis seres queridos estos días. Pesa la ausencia de los que ya no están, y de los que están lejos, pero esta última la reduciremos un poco con las nuevas tecnologías y, sobre todo, la remediaremos en cuanto se pueda viajar.
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