Hace un año por estas fechas nos acercábamos a lo que serían probablemente los meses más irreales de nuestra historia moderna.
Las noticias del llamado “nuevo coronavirus” y sus efectos en poblaciones enteras habían pasado de resultarnos ajenas, como algo que sucedía en el Lejano Oriente, a estar muy cerca de nosotros, en la puerta de casa.

Todavía no sabíamos bien a qué nos enfrentábamos, pero en cuestión de días se aceleraron los acontecimientos: el 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud clasificaba la covid-19 como pandemia, ese mismo día Estados Unidos restringía la llegada de viajeros extranjeros de Europa y otros países, y el 14 de marzo el gobierno español decretaba el estado de alarma.
Sin ánimo de ignorar la tragedia que ha supuesto y supone esta crisis sanitaria (los millones de víctimas fatales, los casos graves de contagio, las secuelas, el impacto económico y social), un año después hay algunos aspectos positivos que nos dan esperanza.
El catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra Ignacio López-Goñi enumeró 10 de ellos en un reciente artículo para The Conversation. Resumimos los más destacados.
El rápido desarrollo de vacunas
Ante la veloz propagación del coronavirus, además de insistir en recomendaciones como el lavado frecuente de manos, el distanciamiento social y el uso de mascarillas, los organismos sanitarios pusieron la esperanza en el desarrollo de una vacuna eficaz que estuviera disponible en tiempo récord.

Nunca se había invertido tanto dinero ni había habido tanta colaboración para el desarrollo de vacunas entre entidades públicas, privadas, centros de investigación, universidades, farmacéuticas, empresas y ONG.
Como resultado, tenemos ya varias vacunas autorizadas por la Organización Mundial de la Salud: Pfizer/BioNTech, Moderna, AstraZeneca/Oxford, Sputnik V y Sinopharma.
En Estados Unidos se ha autorizado además el uso de emergencia de la vacuna de Johnson&Johnson y hay al menos otras 20 vacunas en la fase III de los ensayos clínicos.
Mayor inmunización
Si bien el proceso de vacunación arrancó a trompicones y de forma desigual según el lugar, en algunos países la inoculación se ha acelerado de tal manera que se espera que toda su población esté vacunada antes de lo previsto.
Los datos preliminares de los países que van más avanzados sugieren que la vacunación está siendo efectiva.

El número de infecciones, hospitalizaciones y muertes está disminuyendo de forma significativa.
Esto ha hecho que aumente la confianza de la población en las vacunas y que la difusión de bulos e informaciones falsas sobre ellas no esté teniendo tanta repercusión.
Mejores tratamientos
No todo se resuelve con la vacuna y por eso los científicos han trabajado también contrarreloj para encontrar un tratamiento eficaz contra la covid-19.

Aunque todavía no hay un antiviral específico que inhiba el virus, hay combinaciones de tratamientos que mejoran mucho el pronóstico y reducen la mortalidad de los casos más graves.
Antivirales, antiinflamatorios, anticoagulantes, corticoides, inhibidores de la tormenta de citoquinas y anticuerpos monoclonales son algunos ejemplos, según cita el catedrático López-Goñi en su artículo.

Existen además más de 400 ensayos clínicos en marcha en los que se están probando distintos tratamientos y combinaciones.
Desaparición de la gripe
Lo decíamos en un artículo anterior en DBN, la gripe parece haber desaparecido.
Había mucha preocupación al respecto. No se podía descartar una situación de “tormenta perfecta” en la que el SARS-CoV-2 coincidiera con otros virus, como el de la gripe, frecuentes en los meses de invierno.
La buena noticia es que esta temporada la gripe y otros virus respiratorios han desaparecido, tanto en los meses de junio a agosto en el hemisferio sur como ahora en el hemisferio norte.
Esto ha supuesto un gran alivio para los sistemas sanitarios y ha demostrado que las medidas de protección adoptadas frente al coronavirus han sido eficaces contra otros males.
Como dijo la OMS esta misma semana, no bajemos la guardia.
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